
Una vez que hemos recibido la iniciación de Primer Nivel y cumplido con el cursado correspondiente, nos toca comenzar a aplicar esta nueva capacidad adquirida.
Las primeras prácticas vamos a realizarlas en nosotros mismos por medio del autotratamiento, esto es, aplicarnos Reiki todos los días al menos por 21 días. El propósito del autotratamiento es aprender las posiciones básicas del tratamiento de cuerpo entero, empezar a experimentar con las sensaciones producto de la práctica habitual (podría no haberlas, lo cual es perfectamente normal) y sobre todo colaborar de forma sostenida con la activación armonización energética que se produce en la sintonización.
Es entendible que estemos impacientes por tratar a otras personas, pero para ayudar a los demás primero debemos ayudarnos a nosotros mismos, tomar seguridad en nuestro desenvolvimiento como terapeutas y cumplir con los procedimientos que nos fueron enseñados por nuestro Maestro. A medida que vayamos sumando minutos de Reiki podremos desprendernos cada vez más de las formalidades para comenzar a ganar confianza en nuestra intuición.
Originariamente, tanto Usui como Hayashi hacían practicar a los alumnos en sus respectivas clínicas por períodos de varios meses. Hoy no pretendemos tal cosa, pero en un cursado regular de Reiki debería estar contemplado realizar un número importante de clases prácticas para afianzar lo aprendido.
Ya superada la etapa de practicar en el aula, nuestros primeros pacientes serán naturalmente los familiares y amigos. Más adelante, cuando estemos cursando el Segundo Nivel se nos abre el panorama terapéutico al comenzar a practicar los envíos de Reiki a distancia. En mi caso particular, a partir de esta última técnica empezaron a producirse aisladamente algunos episodios de percepciones muy fuertes, todos ellos espontáneamente y sin intención de buscarlos.
Si es que vamos a dedicarnos a dar terapia como forma de vida, terminado el tercer nivel empieza un camino muy personal en el desarrollo de nuestra práctica como reikistas y sobre todo comienza a definirse nuestro estilo, es decir, utilizamos ciertas técnicas más afines a nuestros gustos, modificamos algunas otras y estructuramos nuestros tratamientos en aspectos como duración, orden, etc.